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2/11/12

Monte de parque


EL MONTE DE PARQUE
Se trata de una formación típica de la cuenca del río Uruguay, presente desde Artigas hasta Colonia, que se caracteriza por la presencia de especies arbóreas y arbustivas que se desarrollan dispersas en un tapiz vegetal de pradera. En este caso es de señalar que el hecho de ser un monte abierto es una característica natural del mismo y no el resultado de modificaciones introducidas al mismo.

En términos generales se lo encuentra ubicado entre el monte ribereño y la pradera típica desprovista de árboles. Si bien está compuesto por numerosas especies, las más comunes son el algarrobo, el ñandubay y el espinillo y según cual predomine se lo denomina algarrobal, ñandubaysal o espinillar. Hacia el sur del país también se distinguen los talares, en los que predomina el tala. Dentro de las especies leñosas, son comunes también el chañar, cina cina, molle, tala, coronilla, etc. y en determinados tipos de suelos alcalinos (blanqueales), se desarrollan el quebracho blanco, la palma caranday y algunas otras especies.

Es uno de los tipos de monte más degradados y en mayor peligro de desaparición debido a varias razones, entre las que las principales son la tala y la sustitución por cultivos agrícolas. La gran presión de tala que han sufrido y sufren se debe a que la madera de algunas de sus especies (en particular algarrobo y ñandubay) es de excelente calidad para la fabricación de postes de alambrado y construcciones rurales, así como para la fabricación de parquet. A su vez, esas y otras de las especies que lo componen resultan excelentes como combustible, tanto en forma de leña o de carbón. En cuanto a su sustitución por cultivos agrícolas, ello se debe a que en general se encuentran instalados sobre suelos de elevado potencial agrícola, por lo que numerosos de estos montes han sido totalmente eliminados para ser destinados a ese objetivo.

Monte mares de piedra


EL MONTE DE MARES DE PIEDRA
Otro tipo de monte ralo es el que se desarrolla en los llamados “mares de piedra”, en el que los árboles y arbustos alternan con bloques de granito y con áreas de tapiz herbáceo. Quizá el mar de piedra más conocido sea el de Sierra Mahoma (San José), pero también está el de Mal Abrigo y otros más pequeños en diversos puntos de los departamentos de Colonia, San José, Florida, Durazno y Canelones. En algunos de ellos se desarrollan montes ralos similares al de Sierra Mahoma, en tanto que otros están cubiertos de matorrales o chircales.

Este tipo de monte, descrito en detalle por Chebataroff (1944) contiene algunas agrupaciones de árboles que apenas llegan a formar algunas espesuras, siendo mucho más generales las asociaciones de tres o cuatro especies o aún la presencia de árboles aislados. Las especies arbóreas y arbustivas son casi siempre muy espinosas o muy leñosas, alcanzando alturas medias de 4 a 5 metros, llegando pocas veces a 10 o más metros. La característica más notable de estos montes es la alternancia de los árboles y arbustos con los bloques pétreos, e incluso el crecimiento de las especies leñosas en las hendiduras de los mismos.

La especie arbórea que alcanza mayor desarrollo en el mar de piedra es el canelón, por lo que, sin ser muy abundante, es la más aparente. Junto al canelón, pero cubriendo áreas más extensas y adoptando casi siempre la forma arbustiva, aparece el guayabo colorado. Otras especies importantes son el blanquillo, palo de leche, molle, tala, tembetarí, tarumán, sombra de toro, chal chal, espina amarilla y congorosa.

Matorral espinoso psamófilo


BOSQUE Y MATORRAL ESPINOSO PSAMÓFILO (M.E.P)
Este tipo de monte se desarrolla en el litoral platense y oceánico del país, desde Colonia hasta la frontera con Brasil. En el litoral oceánico se encuentra a cierta distancia del mar (nunca a menos de 600 metros), al resguardo de los médanos, debido a los fuertes vientos y salinidad reinantes, en tanto que en el litoral platense el monte se aproxima más a la costa, ubicándose en el primer cordón de médanos, a unos 100 metros del agua.

Se trata de un monte relativamente bajo, conformado por árboles, arbustos, tunas, hierbas, enredaderas y epífitas. Si bien su composición de especies no difiere sustancialmente de la de los montes ribereños y serranos del sur, “por su particular asociación y localización, constituyen formaciones únicas en la región” (Alonso y Bassagoda, 1999). Entre los árboles destacan el canelón, molle, aruera, coronilla, tala, arrayán y chal chal, pero también son típicas especies como las tunas, la espina de la cruz y la envira. Estas tres son particularmente importantes para asegurar la supervivencia de este tipo de monte.

En efecto, el monte psamófilo está en grave peligro de desaparición por varias razones. En primer lugar porque, a diferencia de otros montes del país, le ha resultado muy difícil resistir a la acción combinada del ser humano y el ganado. Ello se debe a que se trata de un ecosistema en equilibrio muy inestable por las peculiaridades del sitio que ocupa, caracterizado por arenas móviles, fuertes vientos, recalentamiento de la arena, elevada salinidad en el aire. Sin embargo, salvo en las zonas más turísticas, ha logrado sobrevivir gracias a las tres especies que mencionábamos en el párrafo anterior. En efecto, prácticamente la totalidad de estos montes han sido cortados por lo menos una vez. Los árboles indígenas rebrotan luego de cortados, pero el ganado se va comiendo los rebrotes, por lo que impide su crecimiento. Y aquí es donde entra a jugar su papel la envira, que no es consumida por el ganado. Dado que se trata de una planta bastante extendida horizontalmente, protege del ganado a las plantas de otras especies que nacen entre su follaje, por lo que asegura así la supervivencia de las otras especies del monte. Un papel similar es cumplido por la espina de la cruz y las tunas, que con sus espinas no permiten que el ganado pueda comerse las plántulas de otras especies.

Bosque ribereño


El bosque ribereño
Este tipo de bosque se ubica acompañando los principales espejos de agua del país y se desarrolla tanto en las márgenes de los cursos de agua, como en las de las lagunas e islas vinculadas a los mismos. En el caso específico de los cursos de agua y lagunas del este del litoral sur, el bosque desaparece a medida que aumenta la salinidad, por lo que en su desembocadura en el océano se encuentran desprovistos de árboles.
El ancho del monte a ambos lados de los cursos de agua parece guardar relación directa con el relieve del terreno, que determina a su vez el área de inundación de la cuenca. En general, los montes que se ubican en llanuras de inundación amplias (como el caso del río Cebollatí) tienen un ancho considerable, que puede llegar a varios cientos de metros, en tanto que aquellos ubicados en ríos más encajonados tienden a ser de un ancho de cien o menos metros. Igualmente, el ancho de los montes en general es mayor en los sitios en que un curso de agua desemboca en otro y el caso más notorio es el del llamado Rincón de los Gauchos, donde se unen los ríos Queguay Grande y Queguay Chico, dando lugar a uno de los montes más extensos del país.
A su vez, existen importantes diferencias entre los montes ribereños del noreste y noroeste con los del centro y sur del país, donde los primeros se caracterizan por la presencia de especies de gran talla y de una fauna más diversa y abundante. Ello se debe a que muchas de esas especies vegetales y animales parecen alcanzar allí el límite sur de su dispersión, a lo que se suma una menor presencia humana que en los más poblados centro y sur.
La vegetación arbórea y arbustiva de este tipo de monte se desarrolla en general siguiendo un patrón similar, determinado en primer lugar por las necesidades hídricas de cada especie, a lo que se suman además sus necesidades edáficas (de suelo) y lumínicas.
En términos generales, el monte se dispone en tres franjas paralelas al curso de agua. Contra el margen se establecen aquellas con mayores requerimientos hídricos, tales como sarandíes, sauces, mataojos. Estas especies juegan un papel esencial en la conservación del curso de agua. Por un lado, protegen a las márgenes de la erosión, fijándolas con sus raíces y protegiéndolas en las inundaciones con su ramaje. Por otro lado, algunas de ellas (en particular los sarandíes) contribuyen a disminuir la velocidad del agua, con lo cual también ayudan a la conservación de la cuenca.
En la franja intermedia del monte se ubican aquellas especies con requerimientos hídricos menores a las anteriores, pero que a su vez no se adaptan a condiciones de sequía o a condiciones extremas de temperatura. Si bien muchas de ellas requieren bastante luminosidad, la mayoría se adapta al ambiente sombrío del monte durante su etapa juvenil y sólo llega al estrato superior en su estado adulto. La composición de especies varía bastante de un lugar a otro, pero es aquí donde en general se encuentran las especies de mayor porte como los laureles, azoita cavalo, tarumán, tembetarí, etc.
Finalmente, contra el borde exterior del monte se instalan las especies mejor adaptadas a resistir los extremos de temperatura, los vientos y la escasez de agua, que en general requieren a su vez de un nivel elevado de luminosidad. Entre las especies típicas se encuentran los molles, arueras, canelones.

Bosque de quebrada


Bosque de Quebrada
En Uruguay existen numerosas quebradas que se extienden desde el norte hasta el sureste. Se trata de valles profundos excavados por cursos de agua, con paredes rocosas de pendiente muy pronunciada y a veces casi verticales. El ambiente húmedo, con menor luminosidad y protegido de los vientos determina un microclima muy particular que a su vez da lugar a un tipo de monte con características propias. Los árboles son aquí mucho más altos y con mayores diámetros, pese a que en general se trata de las mismas especies que en otros tipos de montes adquieren dimensiones menores a las que aquí alcanzan. Es así que se encuentran árboles de más de 20 metros de altura y diámetros que superan el metro. Su composición es también diferente, con predominancia de varias especies de laureles, guaviyú, palo de jabón, azoita cabalho y guayabo, que descollan por su tamaño.
Otra característica que lo diferencia de los demás tipos de monte es que la vegetación se dispone en varios estratos en el plano vertical. En el estrato superior se ubican algunas de las especies mencionadas en el párrafo anterior, con una altura promedio de 15 a 20 metros. Por debajo hay un segundo estrato, con alturas de 5 a 7 metros, compuesta por especies de menor talla como el plumerillo, blanquillo, chal chal, naranjillo y otros. Finalmente, a nivel del suelo es común la presencia de distintas especies de helechos, entre los que en algunos casos aparece el helecho gigante. Uniendo los tres estratos se encuentran numerosas plantas trepadoras y epífitas.
Es éste probablemente el tipo de monte mejor conservado del país, en gran medida debido a las dificultades que implica su explotación por lo escabroso del terreno. Es además uno de los más atractivos del punto de vista turístico, ya que el monte se encuentra en un ambiente muy diferente al del resto del territorio, con cursos de agua caracterizados por la presencia de numerosas cascadas y los altos murallones de piedra que los bordean.

Bosque indígena



El monte indígena

Se denomina monte indígena o nativo al que se desarrolla en forma natural o espontánea en el territorio nacional.
Hasta el presente, se han reconocido e identificado poco más de doscientas especies diferentes de árboles y arbustos.
Por su área, unos 5.900 km2 (el 3,5% del territorio), es la segunda comunidad vegetal más extendida. Ocupa una superficie sensiblemente menor a la que tenía a la llegada de los colonizadores españoles.
Desde el período colonial hasta la década de 1980, sufrió una tala indiscriminada. Recién en 1987 entró en vigencia la Ley 15.939 -Ley Forestal- que además de establecer beneficios para la actividad forestal contribuye a disminuir la presión sobre el monte indígena. De cualquier forma el control se hace dificultoso y lamentablemente mucha madera de monte indígena termina usándose para leña.
La importancia del monte indígena consiste no solo en los diferentes bienes que aporta (maderas, frutos, leña, esencias y taninos), sino que además protege los suelos y es el hábitat de muchas especies de animales. Asimismo es el ámbito de diversas actividades recreativas (parques y campings) y regula el ciclo hidrológico.
Esta comunidad vegetal reconoce algunas variantes según el tipo de suelo, los ambientes geográficos y las especies dominantes, tales como el monte ribereño, el monte serrano o la vegetación de parque, entre otros.